Pedir ayuda era inútil. La incertidumbre de la creencia en la gente, del mal que los invadía, había aumentado.
- Vete y sálvate - dijo a duras penas, el niño.
Me acerque y le susurre al oído: - Pronuncia una frase para acabar con este caos -
- Ya llega el final - respondió el niño.
Acerque mis manos a su pecho, estaba muerto. En ese momento, el cielo se abrió mientras un destello fulgoroso, inundó todo el lugar. Después se escucho una voz, decir:
- Esto se merece una venganza -
Al aclarar mi visión, el niño había desaparecido y con él, todos los niños del pueblo.
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