Agilizó los dedos para terminar el último párrafo de su nueva novela. Viendo el producto final, se sintió orgulloso. Sirviéndose una copa de champagne brindo junto al cuadro de sus abuelos.
- A su salud - dijo haciendo un gesto de reverencia ante el cuadro.
Llamaron a la puerta insistentemente.
- ¡No me interrumpen ! - gritó el escritor exhaltado.
- Señor Alvaro , son los periodistas que quieren entrevistarlo - dijo la voz de su mayordomo.
Tomó calma refunfuñando entre dientes.
- Saldré en un momento - respondió.
En ese instante sintió una punzada en el corazón. Era el aviso que necesitaba para negarse a salir. Él los llamaba corazonadas, pues casi siempre lo prevenían de una catástrofe.
Abriendo de par en par el ventanal, desde el tercer piso viendo a los periodistas a la espera de su salida, se alistó a dar un discurso.
Calentó la voz y dijo: - Lamento no poder darles la bienvenida como se merecen pero por razones personales , me veo en la obligación de permanecer dentro de mi casa. Espero la comprensión de todos ustedes. Mañana dare una conferencia de prensa a primera hora. Agradezco su comprensión y atención -
De pronto, su anillo de 18K, se resbaló de su dedo índice. Alvaro tratando de agarrarlo se desprendió del suelo para recuperar su adorable joya, lanzándose al vacío estrellándose en el pavimento. Un charco de sangre se desbordó rápidamente originando así, gritos de horror y espanto ante el espectáculo que habían presenciado.
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