Antes que sucediera sabiendo las consecuencias, mi instinto despertó. La luz solar me bañaba intensamente. Brillé como nunca mientras nacian en mis entrañas, unos extraños animales llenos de espinas. Cabe decir que al desgarrarme el estómago, el dolor era incontrolable. Después caí inmerso en un estanque de agua cristalina.
Estos animales puntiagudos se alimentaban de mi sangre y volviéndose mas fuerte, se resistían a morir al igual que yo. Una lucha sin tregua se preparaba.
Conseguí sacármelos de encima a algunos. Iban devorándome vivo los que quedaban, sin saber la evolución que ellos realizaban en mí.
Logré sentir un leve escozor por todo el cuerpo. Me rasqué violentamente hasta arrancarme la piel ; aquellos animales puntiagudos dejaron de existir.
Convertido en un ser lívido, nuevamente, debía esconderme como siempre.
Detrás del estanque, habían unas gigantescas rocas que en conjunto formaban una cueva. Caminé hacia la cueva esperando a la presa perfecta. Yo sabía esperar y ser cauteloso con el alimento, pero tenía que apresurarme antes que oscureciera. De lo contrario el otro ser, aún mas ruin, despertaría.
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