NÉMESIS

 




Al subir a la oficina del gerente por medio del ascensor, Tomás se encontró con su novia Priscila. Estando dentro los dos solos, se fundieron en profundos besos hasta quedar satisfechos. A un mes de iniciar el noviazgo, todo iba de maravilla. Era un sueño realizado para ambos.

- Te veo a las 7 afuera del edificio– dijo Priscila – no falles, te estaré esperando - y abandonó el ascensor en el piso 8.

Tomás arreglándose el cabello y acomodándose la corbata, se veía en la pared espejo del elevador. La puerta se abrió al llegar al piso 12. Una mujer con un elegante vestido color marfil, ingresó con una seriedad única que pondría a prueba al hombre más alegre. Su rostro era sumamente perfecto, con unos modales finos y educados junto a su refinada silueta, era imposible no pasar desapercibida. Tomas al percatarse de la mujer dio media vuelta, saludándola.

- ¿A qué piso va? – preguntó.

- Al piso 20, por favor - respondió la mujer y dijo admirada – ¡Cuánto has cambiado, Tomás! – soltando una risa.

- Disculpe, ¿Nos conocemos? –

- Es mejor hacer memoria, Tomás. Nos conviene a ambos – acotó la mujer, convencida de lo que decía.

- Perdone …. no la entiendo –

- Soy yo. ¿No me reconoces? – dijo la mujer, dando una vuelta entera ante Tomás. – Soy Lucy – dijo emocionada.

Al oír ese nombre, un recuerdo asalto la mente de Tomás de manera repentina. El pasado tormentoso volvía de manera sorpresiva en el momento más feliz de su vida.

- Lucy, no te pude reconocer ya que te ves distinta, lo siento – dijo el joven, disculpándose.

- Es la buena vida que me toco después……. de lo que paso – esto último, dijo Lucy con un tono apesadumbrado.

- Te di por desaparecida, pero veo que estas mejor que nunca. Bien por ti – interrumpió Tomás.

- Gracias Tomás, y no te preocupes que tú secreto está a salvo conmigo –

- Es mejor no hablar del pasado Lucy. Dejemos que los muertos descansen en paz, por favor – sostuvo Tomás al ver que Lucy mencionó la palabra ´´secreto´´. Ni bien se abrieron las puertas del elevador, Tomás salió de manera apresurada mientras Lucy iba tras él. Al darse cuenta de que la mujer lo perseguía, Tomás tomó por el brazo a la chica de manera sutil conduciéndola a la salida de emergencia. Estando allí el joven manifestó lo siguiente:

- Lucy, te pido por favor que hablemos en otra ocasión. No sé, en un restaurante, en una cafetería, en una plaza, en donde tú quieras. Dime la hora y fecha, te juro que estaré ahí para hablar con paciencia y serenidad, pero por ahora necesito ir donde el gerente de la empresa porque es algo muy importante que debo decirle -

- Perfecto Tomás. También deseo lo mismo, pero tiene que ser hoy. Después que hables con mi suegro, te espero en el sótano 2 –

- Mejor en el sótano 3 donde esta parqueado mi auto. Esta demás pedirte discreción – y dándose cuenta de lo que Lucy había dicho, Tomás reaccionó – dijiste, ¿ mi suegro? – se sorprendió.

- Si, soy la novia del hijo de tu jefe. Es una casualidad que coincidimos los dos, hoy día. Suelo venir poco por acá, me aburren las juntas directivas. Solo estoy hecha para disfrutar de los lujos y la buena vida que mi amado novio, me complace. Tú ya me conoces –

- Que buena vida Lucy, solo espero discreción departe tuya como te mencione, quedamos en vernos en el sótano tres a las 6 de la tarde en punto – y retirándose de su presencia, Tomás se dirigió a la oficina del gerente.

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Horas más tarde, el conserje del edificio al hacer su ronda halló un cuerpo en medio de un charco de sangre cerca a la puerta de emergencia del sótano 3 . Avisando a sus superiores de manera inmediata, se dispuso una exhaustiva investigación con la ayuda de peritos y policías que llegaron pronto al lugar de los hechos. Priscila se encontraba esperando a la salida del edificio, demostrando fastidio ante la demora de su novio. Sorprendida al ver que varios policías cercaron el edificio, preguntó a alguien.

- Encontraron a alguien asesinado – respondió un policía.

Tras esto, Lucy salió enmarrocada junto con dos policías custodiándola mientras vociferaba: - Le hice justicia a mi amiga. Ojalá ese desgraciado se pudra en el infierno. Se merece esto y más, lo haría mil veces más - mientras la metían a la patrulla a la fuerza, llevándola hacia la comisaria.

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